De: Carlos Trujillo <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>
Date: vie, 12 abr 2024 a las 9:30
Subject: Foto de Carlos Trujillo
To: Medardo Urbina Burgos <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>
El día de hoy, en toda China, se celebra el Festival de las Lámparas
, y con emoción les comparto la primera gran noticia del Año del Dragón: la publicación en la Republica Popular de China, de la antología poética "En el dorso del cielo - 天空的背面"
Autores:
Ida Vitale (Uruguay)
Graciela Maturo (Argentina)
Carlos Trujillo (Chile)
Margarito Cuéllar (México)
Tallulah Flores Prieto (Colombia)
Carlos Ernesto García (El Salvador)
Traducción: Tongxin Fan
editorial: Shandong Art & Literature.
Inf: <El dorso del cielo> es el título de un poema de Ida Vitale.
Rodolfo Dada, el autor de este hermoso cuento, nació en San José de Costa Rica el 5 de marzo de 1952, es miembro de la Asociación de Autores de obras Literarias, Artísticas y Científicas de Costa Rica y ha tenido la gentileza de autorizarnos a publicar en nuestra página este hermoso cuento "El Bote de Alejandro", gentileza que nos enorgullece y agradecemos sinceramente.
Medardo Urbina Burgos
Director Editorial OKELDAN
De: Rodolfo Dada <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>
Date: lun, 11 sept 2023 a las 23:28
Subject: RE: EL BOTE DE ALEJANDRO
To: Medardo Urbina Burgos <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>
Hola Medardo. Un gran gusto saber de usted. Disculpe si no le contesté para dar mi autorización a la publicación de mi cuento. Le agradezco los comentarios sobre el mismo. Por supuesto que puede usted publicarlo en su editorial, o en el medio que considere conveniente. Mas bien le agradezco mucho su interés por sacarlo a la luz. Si le pido disculpas por no haber contestado su solicitud anterior. Aunque hago esfuerzos por leer de vez en cuando el correo, a veces se me pasan semanas sin abrirlo. Le confieso no tener presente su solicitud anterior que hubiera contestado afirmativamente.
muy agradecido con usted le envìo un abrazo fraternal.
De: Medardo Urbina Burgos <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>
Enviado: domingo, 10 de septiembre de 2023 22:57
Para: Rodolfo Dada <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>
Asunto: EL BOTE DE ALEJANDRO
Muy estimado amigo y colega escritor Don Rodolfo Dada:He demorado algunos años en re escribir esta carta, porque las primeras ya seguramente están olvidadas en el libro de la memoria senescente ( mía), pero cada vez que lo leo, me viene la emoción al corazón y me revientan en los sentidos las historias, las vivencias de ese hombre solo, simple y analfabeto , de ese Alejandro, con sus niños, con el bote de ceiba, los monos que aúllan en las copas de los árboles de la selva, junto al río, a la escuela del profesor solitario que esperaba a los niños y al amor de Alejandro por esos escolares que lo esperaban con sus ropas limpias y planchadas, y con sus libros, y cuadernos y lápices, con la alegría y la inocencia, más el deseo fascinante de aprender a leer y descubrir los mundos maravillosos que hay en los libros.Quise publicar ese hermoso cuento en nuestra página de mi editorial ( Editorial OKELDAN www.editorialokeldan.cl ), pero mi solicitud o sugerencia no tuvo eco. Pero ahora tengo la esperanza de tener ese eco positivo de parte de su autor. Rodolfo, sería para nosotros un gran honor y una enorme alegría si tuviéramos la autorización para publicar su hermoso cuento o relato en nuestra página web ¿podríamos atesorar esa esperanza? como aquella que aún persistía en una parte de la ceiba que quedaba arrumbada en alguna orilla del río, abandonada y triste, sin los niños y sin Alejandro, cuyo enorme corazón -a estas alturas- ya habría dejado de latir...sin perder la esperanza de volver a ver a sus niños hasta el último suspiro de su vida.Con un abrazo a la distancia y mi esperanza viva en ese hermoso cuento.Su amigoMedardo Urbina BurgosDirector Editorial OKELDANwww.editorialokeldan.cl
Para Alejandro Peters, in memoriam.
El bote de Alejandro es un enredo de niños y tucanes. Lo veo ir y venir con el sonido ronco de su viejo motor, casi desde que tengo memoria y siempre quise viajar, con mis cuadernos a la escuela, como todos los niños del Tortuguero.
Recuerdo el bote pasar frente al rancho de hamacas, donde yo jugaba haciendo túneles y caminos en la tierra. Pasaba temprano en la mañana y veía a los niños de la ribera con sus uniformes limpios y planchados.
Alejandro no pudo aprender a escribir porque en el tiempo de su infancia no había escuela aquí, ni a muchos kilómetros de distancia. Y los huracanes y el mal tiempo alejaban a esta tierra del resto del mundo.
Sus padres vinieron a esta selva de nadie, que era el Tortuguero, desde la Mosquitia en Nicaragua. Y se habían quedado aquí, en medio de esta soledad. Alejandro recordaba los ojos tristes de su padre cuando le llevó un papel impreso que no entendía.
–Papá, quiero aprender a leer- le dijo.
Pero en el Tortuguero de esos tiempos solo había la selva, la lluvia, el río, los peces del río, las palmeras de coco, las iguanas, las tortugas y la carne de los animales del monte.
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"Este texto es sólo una mínima parte de una monografía mayor que el autor efectuó en las comunidades pehuenches del Valle de Trapa Trapa en 1978, siguiendo el curso del Río Queuco: (Malla-Malla, Pitril, Cauñiucú, Nitrao, Butalelbun ) comunidades que hoy día han desaparecido bajo las aguas de las represas que se han construido en ese territorio para la generación de energía eléctrica. Esos villorrios aislados desaparecieron bajo las aguas, pero en este artículo se conservan aún las voces de los habitantes de ese tiempo, sus casas de "canogas" , aquel paisaje agreste que los acogió por siglos y que desapareció en aras de la modernidad.".
El texto que tiene Ud. a continuación, fue publicado integramente en la revista "QUINCHAMALI, Arte, Letras, Sociedad" de la Universidad del Bio-Bio, Nº 26, pp. 88-93 Segundo Semestre 2022. Las imágenes fueron aportadas por el Editor.
Vivienda pehuenche en Trapa-Trapa
Nuestro primer contacto con pehuenches ocurrió un soleado día de febrero a eso del mediodía. Transitábamos a pie por un estrecho sendero en una altiplanicie a unos mil metros s.n.m. en un paraje solitario, con la intención de alcanzar el famoso “Paso del Chanchocó” más allá del cual se puede alcanzar la ciudad argentina de Copahue. Íba con mi esposa y nuestro hijo Mauricio de tan sólo 5 años en ese tiempo.
Al final del sendero, distante a unos 100 metros mirando hacia el Este y teniendo como fondo las cumbres nevadas de los montes, aparecieron las siluetas bamboleantes de tres jinetes. Sentimos el chasquido de los cascos sobre el suelo rocoso y me di cuenta con asombro y temor que en ese paraje solitario no había nada en qué ocultarse. No niego que sentí miedo. Recordé que los pehuenches tienen gran avidez por el vino, que ellos llaman “pulco”, y que cuando ebrios son demasiado cargantes cayendo a menudo en ideas fijas difíciles de disuadir. Los jinetes que se acercaban eran pehuenches que venían desde el pueblo argentino de Copahue, oscilando sobre sus cabalgaduras, en evidente estado de ebriedad. Nos desplazamos hacia un lado del sendero para dejarlos pasar. Saludamos. Se detuvieron en seco al darse cuenta de nuestra presencia. Uno de ellos se volvió hacia mi y mirando el estuche de mi cámara fotográfica terciado en el hombro exigió:
--¡Pulco!...¡pulco!
Yo respondí con una sonrisa amable e hice un ademán de no llevar pulco. Lentamente abrí el estuche que portaba los accesorios de mi cámara fotográfica y mostré que no había botella alguna en su interior. El lugareño no quería convencerse…los otros jinetes también se acercaron. Sentí temor, pero no había lugar alguno hacia el cual arrancar. Insistí en que no llevaba pulco, y agregué que ni yo ni mi esposa ingeríamos alcohol y que andábamos conociendo el lugar. Entonces uno de ellos dijo:
-- ¿ Misionero?
--¡Sí! Dije de inmediato, mintiendo descaradamente. Le hice la señal de la Santa Cruz en el aire, a modo de bendición y esperé. Pasaron un par de minutos que me resultaron eternos antes de que decidieran moverse lentamente y seguir su camino. Sentí un gran alivio al verlos alejarse,, pero cuando hubieron caminado unos 50 metros, uno de ellos -el que parecía el más ebrio- regresó hacia nosotros espueleando su caballo y volvió a preguntar por ¡Pulco! ¡Pulco! En forma más imperiosa.
Sentí mucho más temor por la actitud decidida del hombre. Volví a abrir el estuche de las cámaras fotográficas y una pequeña mochila que portaba, con el fin de demostrarle que no llevábamos pulco… hasta que luego de un rato le repetí:
--¡Yo misionero! Y repetí la mentira de la bendición junto a la seña de la Santa Cruz.
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