Vivienda pehuenche en Trapa-Trapa
Nuestro primer contacto con pehuenches ocurrió un soleado día de febrero a eso del mediodía. Transitábamos a pie por un estrecho sendero en una altiplanicie a unos mil metros s.n.m. en un paraje solitario, con la intención de alcanzar el famoso “Paso del Chanchocó” más allá del cual se puede alcanzar la ciudad argentina de Copahue. Íba con mi esposa y nuestro hijo Mauricio de tan sólo 5 años en ese tiempo.
Al final del sendero, distante a unos 100 metros mirando hacia el Este y teniendo como fondo las cumbres nevadas de los montes, aparecieron las siluetas bamboleantes de tres jinetes. Sentimos el chasquido de los cascos sobre el suelo rocoso y me di cuenta con asombro y temor que en ese paraje solitario no había nada en qué ocultarse. No niego que sentí miedo. Recordé que los pehuenches tienen gran avidez por el vino, que ellos llaman “pulco”, y que cuando ebrios son demasiado cargantes cayendo a menudo en ideas fijas difíciles de disuadir. Los jinetes que se acercaban eran pehuenches que venían desde el pueblo argentino de Copahue, oscilando sobre sus cabalgaduras, en evidente estado de ebriedad. Nos desplazamos hacia un lado del sendero para dejarlos pasar. Saludamos. Se detuvieron en seco al darse cuenta de nuestra presencia. Uno de ellos se volvió hacia mi y mirando el estuche de mi cámara fotográfica terciado en el hombro exigió:
--¡Pulco!...¡pulco!
Yo respondí con una sonrisa amable e hice un ademán de no llevar pulco. Lentamente abrí el estuche que portaba los accesorios de mi cámara fotográfica y mostré que no había botella alguna en su interior. El lugareño no quería convencerse…los otros jinetes también se acercaron. Sentí temor, pero no había lugar alguno hacia el cual arrancar. Insistí en que no llevaba pulco, y agregué que ni yo ni mi esposa ingeríamos alcohol y que andábamos conociendo el lugar. Entonces uno de ellos dijo:
-- ¿ Misionero?
--¡Sí! Dije de inmediato, mintiendo descaradamente. Le hice la señal de la Santa Cruz en el aire, a modo de bendición y esperé. Pasaron un par de minutos que me resultaron eternos antes de que decidieran moverse lentamente y seguir su camino. Sentí un gran alivio al verlos alejarse,, pero cuando hubieron caminado unos 50 metros, uno de ellos -el que parecía el más ebrio- regresó hacia nosotros espueleando su caballo y volvió a preguntar por ¡Pulco! ¡Pulco! En forma más imperiosa.
Sentí mucho más temor por la actitud decidida del hombre. Volví a abrir el estuche de las cámaras fotográficas y una pequeña mochila que portaba, con el fin de demostrarle que no llevábamos pulco… hasta que luego de un rato le repetí:
--¡Yo misionero! Y repetí la mentira de la bendición junto a la seña de la Santa Cruz.
- Dr. Medardo Urbina Burgos
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LA TOMA DEL ESTRECHO DE MAGALLANES POR LOS CHILOTES DE LA GOLETA “ANCUD” EN 1843.
.-¡Magallanes!, ¡Magallanes!
Fueron las últimas palabras que emitió la débil voz de Don Bernardo O”Higgins, el Padre de la Patria, desde su lecho de enfermo en la hacienda de Montalbán en Perú. Y no fue en vano. En efecto, en ese tiempo, el naciente Chile tenía sus dominios por el sur sólo hasta Chiloé y todo el territorio insular de la desmembrada Patagonia era “tierra de nadie”. O”Higgins y otros hombres visionarios de la época habían previsto la importancia enorme que tendría para Chile la posesión del territorio llamado ya en ese tiempo Magallanes, en honor al descubridor del estrecho – el 21 de octubre de 1520- , el explorador portugués al servicio de España, Don Hernando de Magallanes, nombre que se conserva hasta nuestros días. Importancia derivada del hecho que el Estrecho de Magallanes estaba adquiriendo en ese entonces la mayor relevancia como única vía para alcanzar el Océano Pacífico y todos los territorios bañados por este extenso mar, para los navíos procedentes de Europa con fines comerciales, y desde allí, alcanzar las costas de Asia, lugar de origen del lucrativo negocio de las Especias. Anexar oficialmente para Chile ese territorio era de importancia crucial desde el punto de vista geopolítico y comercial.
Las pretensiones territoriales de Francia.
Se tenía noticias derivadas de serias fuentes (espías chilenos en Francia), que los franceses estaban preparando un buque de guerra –la Phaéton- con nutrida dotación de oficiales que se dirigiría al Estrecho de Magallanes a fin de tomar posesión oficial del territorio (Diego Barros Arana) y era, en consecuencia, imperioso adelantarse a las pretensiones de ese país o de cualquier otro.
La construcción de la “Ancud”
El gobierno del presidente Bulnes tomó de inmediato las precauciones y encargó la construcción de una embarcación que cumpliera con las especificaciones mínimas para transportar hombres y pertrechos para el asentamiento definitivo de algunas pocas familias en ese territorio austral. Los chilotes eran buenos marineros y expertos constructores de embarcaciones de madera:(botes, chalanas, chalupas, lanchas, goletas y chatas), por tradición familiar. Eran además hombres resistentes al frío, por haber nacido en una zona lluviosa, de clima tempestuoso y gélido adaptándose por siglos a condiciones extremas. Laboriosos, hábiles pescadores y conocedores de los recursos marinos presentes en las playas, que permitirían una mejor subsistencia en medio de un clima hostil en el extremo austral de América.
La tripulación de la “Ancud”
La embarcación en cuestión debería ser construida en Chiloé por los mismos chilotes. El encargo surtió efecto y comenzó la rápida construcción de una goleta en un astillero improvisado en una playa situada a los pies de Ancud, cuyas dimensiones eran 15 m 54 cm. de eslora, por 2 m 78 cm. de puntal y 3 m 80 cm. de manga, la cual quedó terminada y en condiciones de ser aparejada con velamen y vituallas a fines de Abril de 1843. La urgencia de la expedición determinó que el viaje se hiciera en pleno invierno. El 23 de mayo de 1843 la “Ancud” se hizo a la mar llevando como capitán a Juan Williams Wilson, además de un científico alemán llamado Bernardo Eumon Philippi, totalizando 21 tripulantes entre los cuales había marineros y soldados, dos de los cuales llevaban a sus respectivas esposas. Entre las vituallas iban dos cañones con sus respectivas municiones, un gallinero, dos cerdos, tres perros y una cabra preñada, además de herramientas y alimentos para unos 4 meses de navegación… y dos chalupas de tiro. A este “sui generis” e improvisado grupo de colonización se agregaría más tarde el práctico descendiente de irlandeses y conocedor de los canales australes Don Carlos Miller Norton(*), a quien pasaron a buscar a Curaco
De: Fredi cerda saint-jour
Date: vie, 23 dic 2022 a las 23:46
Subject: SALUDOS CARIÑOSOS
To: Medardo Urbina Burgos
En esta fecha tan importante para nuestro mundo cristiano occidental, pero fundamentalmente para los Hombres humanos de corazón, habrá siempre el deseo que nace de lo más profundo del alma, en desearle lo mejor para su vida y existencia al amigo que se tiene siempre presente, en este caso: a mi amigo, mi querido Dr. Medardo Urbina, que tenga una Navidad muy feliz , en compañía de sus seres queridos, que sea todo grato y en concordia, con la presencia siempre de nuestro Señor Jesús. Y que el año que se avecina, 2023 sea de gran tranquilidad y paz, para Ud, y todo su entorno. Que triunfe la vida, que triunfe la paz, para nuestro querido país. Un gran abrazo para mi amigo Medardo Urbina de parte de Fredi Cerda Saint-Jour..
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