Sobre la elección de León XIV
"El Dr. Carlos Trujillo, nos ha autorizado publicar en la página de nuestra Editorial este hermoso e interesante texto, referido a la feliz coincidencia en la que ambos --tanto el Dr. Carlos Trujillo, como su esposa Aydé--, compartieron un almuerzo con el Presbítero de la Universidad de Villanova USA (en ese tiempo) mientras ambos ejercía docencia en esa universidad, y que ahora, hace sólo unos días, fuera elegido Papa, como León XIV. El interesante relato está lleno de agradables sorpresas y nos enorgullecemos por esta circunstancia ya que el Dtr. Trujillo es un asiduo colaborador de OKELDAN, pues nos envía frecuentemente textos de diversa temática, que hemos publicado en nuestra página web"
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Hoy es ocho de mayo de 2025. Pasado el mediodía, le pregunté a Aydé, ¿Sabes algo del Papa? ¿Ya se eligió o seguimos esperando? “Salió humo blanco”, me dijo. “Ya hay nuevo papa.” Pero no sabía el nombre porque aún se mantenía el secreto y habría que esperar todavía unos minutos hasta que, siguiendo el protocolo, los cardenales encargados decidieran esclarecer el misterio.
Ambos estábamos en la cocina cuando lo escuchamos, pero yo estoy bastante sordo y parece que toda la cosa la decían en latín. Yo tuve unos cursos de latín en 1969 con la señora Leonella Zúñiga, pero me recuerdo muy poco más que “rosa, rosae, poeta, poetae” y “bellum malum est” por una talla que le hizo Martín Rivera a Miguel Maldonado en esa misma clase. Finalmente, nos enteramos del nombre, Robert Francis Prevost. León XIV, su nuevo nombre al asumir como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
Debo confesar que no quedé muy contento con la elección o, para mayor sinceridad, bastante choreado porque pensé: 1. Es el cardenal que había mencionado Trump, 2. Por lo tanto, es el candidato de Trump, 3. Es conservador, 4. Hasta en la iglesia Trump está metiendo las manos (así que habrá que poner guardias especiales a los cálices de oro). 5. Y, por último, es el cardenal neoyorquino, conservador y derechista hasta las masas. En pocas palabras, el legado de nuestro querido Francisco se fue a las reverendas pailas.
Pero lo que son las noticias, la manera como se dan y nuestra capacidad para entenderlas cuando hay tanto en juego para la humanidad.
Pasó un rato y la noticia volvió a darse, el oído más claro, más enfocada la atención: no se trataba del cardenal neoyorquino, candidato del travieso Donald y, para peor, si es que pudiera haber algo peor, conservador a ultranza, sino que Robert Francis Prevost -desde ahora León XIV- no sólo no era el cardenal de NY sino que además de ser estadounidense era ciudadano de Perú, habla castellano, francés, portugués e italiano, además de su nativo inglés; lee además en latín y alemán, y, según algunos medios de prensa, también se defiende bastante bien en lengua quechua. ¿Qué más se podría pedir?
De golpe y porrazo cambiaba todo el panorama. De uno u otro modo, Roberto Francisco Prevost empezaba a ser uno de los nuestros, puesto que aparte de hablar varias lenguas, está muy conectado a Perú donde pasó casi cuatro décadas de su ministerio. Y luego de Perú -Chulucanas para ser más preciso-, otro período en Chicago, donde hay aproximadamente 350.000 mejicanos. Es decir, uno de los nuestros por donde se le mire.
Pero no se había acabado la historia. A poco andar, la radio entrega su currículum: se graduó de Villanova University donde obtuvo su licenciatura en matemáticas. Allí casi empezamos a sentirnos parientes de él, puesto que mi esposa y yo nos jubilamos como profesores tras media vida en esa universidad.
Así que tomé confianza en el asunto y le dije, “Aydé, ¿por qué no miramos las fotos que haya en internet?” Y como los dos estábamos metidos en el tema, que no todos los días un pariente de uno es elegido Sumo Pontífice, empezamos a buscar. No fue difícil la tarea porque las fotos abundaban. “¡No ser Papa aunque sea por cinco minutos!”, pensé para mis adentros, aunque sabía que soy un tipo negado para los premios y distinciones. Así que nos dimos a la tarea de revisar las fotos.
Apenas vi una foto del papa más joven y con el pelo negro, le dije a Aydé “a este tipo lo conozco. Y tú también lo conoces.” Aydé pensó que le estaba tomando el pelo, aunque sabe que yo soy un tipo que nunca hace tallas ni agarra pal tandeo a nadie. “Tú también lo conoces”, le repetí. “¿Dónde? ¿Cuándo?, preguntó ella, porque las mujeres siempre quieren las cosas claras y con lujo de detalles. Yo le respondí que, por desgracia, aún no había podido conseguir su certificado de nacimiento.
Entonces tuve que contarle. “¿Te acuerdas cuando llegó a Villanova el único obispo agustino que había en ese momento en todo el mundo?” “Sí, me dijo.” “Bueno, ese obispo estaba a cargo de la misión agustina en Chulucanas, donde Villanova (University) manda a sus estudiantes a trabajos voluntarios para las vacaciones de otoño y primavera.” “Eso lo sé,” me dijo. “Bueno, le respondí casi abusando de mi paciencia, él fue quien llegó a Villanova cuando nos invitaron a un almuerzo para reunir fondos para su misión en Perú. ¿Te acuerdas?”
Y claro que se acordó de inmediato como por iluminación divina. Cómo no se iba a acordar si, de no hacerlo, perdería por completo la oportunidad de haber estado con el Papa, cuando aquél ni siquiera podía imaginar que un día de mayo del 2025 iba a convertirse en Papa, ni nosotros podíamos sospechar que ese mismo día estaríamos de vuelta en Chile, Astilleros, comuna de Dalcahue, viendo como nuestro compañero de mesa era nombrado Papa, allá en Roma, mientras que nosotros nos habíamos vuelto unos simples profesores jubilados a quienes no les da bola ni el departamento de educación de Dalcahue, si es que lo hubiera.
¡Qué bueno que no fui nombrado Papa!, pensé en ese momento. Que de serlo excomulgaba de inmediato no sólo al departamento de educación de Dalcahue sino a todos y todas las Seremis del país y hasta al Ministro de Educación. (En ese momento decidí calmarme un poco porque el asunto podía llegar a lugares insospechados).
Así que retomamos nuestro lugar en la tierra, profesores jubilados viviendo en Astilleros -pensando cómo nos envidiaría Fray Luis de León- y seguimos dándole a los recuerdos.
En ese momento de reflexión, recitando para mis adentros “Del monte en la ladera/ por mi mano plantado tengo un huerto…” me llega un whatsapp que pensé que sería del Espíritu Santo pero era sólo de un querido amigo, colega, compatriota y novelista, que me decía: “Un Papa de Villanova.” Y yo que a esas alturas de la voladura ya andaba por sobre las nubes jugueteando como niño chico con los satélites de Elon Musk, le respondí. “No sólo eso. Tú también lo conoces!” “¡Noooooo!, me dijo. “Síiiiiiiiiiii!’ le respondí yo y de inmediato le puse en letras: “¿Le contaba a Aydé que aunque no te acuerdas de él, se trata del obispo agustino a quien se le dio una recepción en Villanova, en la que Participaste con Páramo. ¿Te acuerdas?” “Claro que me acuerdo”, me dijo, más encantado que un cóndor avistando el valle lleno de ovejas. “¡Cómo no me voy a acordar!” Bueno, le dije, ese ca’allero es el nuevo Papa. Así que ahora podrás usar el dato en tu currículum artístico: “Mi grupo de música andina fue contratado para tocar en una recepción del Papa León XIV.”
“¡Puchas que es chico el mundo!”, me dijo. “¡Harto chico!, le respondí. No mucho más grande que Astilleros.”
Y hasta ahí llegó la conversa y el mensajeo porque de repente empezamos a sentir un olor a pan quemado que salía del horno por obra y gracia de nuestro encantamiento papal.
Altos de Astilleros, Dalcahue, 8 de mayo de 2025