El Regreso

"Mi madre me llama desde la puerta del almacén mientras mi padre pesa unos kilos de azúcar y un cuarto de café. La calle de ripio llena de baches y pequeños hoyos, espera el manto de la lluvia pesada y cansadora. 

 

Ágiles los pies tras la pelota todavía más ágil.


Gritos, risas, una patada demás, la pelota que cae en el patio de don Ernesto y toda la muchachada se silencia con un silencio de pozo en la calle silenciosa.
 
Ojos, pies, alma y manos petrificados mirando la alta tapia de la casa amarilla.

Vivíamos en la esquina de O”Higgins con Gabriela Mistral. Quino, Carlos Montiel, René Ballesteros. También Peto Subiabre, que se aparecía a veces. Las mañanas y las tardes iban y venían como pájaros migratorios e inocentes. Nosotros éramos las únicas aves de punto fijo en esa esquina, frente a la casa de don Elseario. 


Pichangas de fútbol, conversaciones desbordando en todo su continente la trascendencia de la intrascendencia, horas amaestradas para alargarse un poco más o hasta escuchar el llamado de la madre o el padre.

La adolescencia con los ojos abiertos tragándose el mundo como un pájaro hambriento. "



5 noviembre 2001.

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