ODA AL GRAN MANDAMIENTO

Hemos recibido esta hermosa colaboración de la  la Dra. Alejandra Leal Ladrón de Guevara , Dra en Ciencias Humanas. cuyo canto grita ahora hacia el conmovido y confuso mundo del momento.  Deseamos compartir su grito con nuestros amigos de OKELDAN.  Gracias Dra. abrazos, amor y cariño para Ud. y para todos:
 
Dr. Medardo Urbina Burgos
 

Alejandra Leal Ladrón de Guevara Otoño del 2020 


Por estos días grises en que nos toca coincidir la vida, Nace el
pensamiento de nuestro lugar en el mundo. ¿Es quizá que la
pedagogía del amor ha quedado desplazada, Por la del egoísmo
o por la del olvido? 

ALBEDRÍO 

En ese caminar juntos sintiendo la vida: La fortaleza,
sentida solo en la robustez de los años. El
medioambiente, en los miles de árboles perdidos O en
los miles de animales trasplantados, Sintiendo la
muerte como una consecuencia de la vida. O la
libertad, como una forma natural del albedrío. La
bendición, solo para apropiarnos de las cosas
Comprando o vendiendo el alma En cada transacción.
¿Entre todo, nos habrá faltado algo por comprar? 

 

Cuando hoy, en todo el mundo, Se disparan
misiles gigantes, otros diminutos, El aire se
hace cómplice del depredador. Este nos
arrastra voces estridentes Liberando mensajes
que obligan a alejarse, Mejor alejarse, evitar,
evadir, ¡Tomar distancia! 

 

Cuando hoy, Arremete el destructor de la
esperanza, Envuelto en la ira, Contraataca el
miedo y el horror. Entonces arrasa todo,
Llevándose las candilejas de aquello Que
habíamos llamado libertad ¿No nos habrá
quedado algo, digo yo...? 


CUANDO TOCA 

Estos atardeceres nuestros de cada día, que nos toca,
Nos toca en los sentidos. 


Nos toca al escuchar el indescriptible ruido de la muerte,
Traspasando cual espinas los pétalos a una rosa. 


Derribando con fuerzas impetuosas Los
nidos a los árboles caídos. Visibles y
cercanos a la ruta de una escuela Donde hoy
se quedan sin albergue, Los niños. Y
votando las penas las hojas otoñales
Dormirán un sueño herido. 


¡NO TOCARÁS! 

Esta noche nuestra para este día, que nos toca,
Nos toca en los sentidos. 


Queda un ultimátum a los días Para ver pasar las
hojas del otoño, Arrastrándose por las avenidas,
por los parques, Entre cortejos del olvido. Luego,
el silencio cercano que pisamos Acallará nuestros
pasos distantes y mudos. Y nuestros rostros
esquivos y mezquinos Ni tocarán la tierra, Pues
tendrán por sepulcro las cenizas, Donde ni la
sombra toque lo que fue tuyo. Ni lo nuestro ni lo
mío. 


Esta noche nuestra para este día, que nos toca, Nos
toca en los sentidos. Y el agua. Qué decir del agua.
Hoy nos toca el alma y nos mece en un arrullo.
Cercano a las viviendas, a los parques Pasa un río...
Y hasta el lento caminar del transeúnte que se aleja
O se distancia sin mirar a su vecino, O con mirarlo a
penas, Entra y detiene su camino. 


Esta noche nuestra para este día, que nos toca, Nos
toca en los sentimientos, en los sentidos. 


Es que en estos días, Arrastramos las memorias
Envueltas en un fuelle sus ronquidos. Cuando ese
nuevo mandamiento las cubre de muerte Y las toque
de olvido. Ahora, ya, es que mi hermano ha huido. Se
oculta del amor, Detiene sus latidos. De la amenaza
de un abrazo. De una mano amiga, esquivo. De la
esperanza. De la libertad. De la vida, Fugitivo. 



Esta noche nuestra para este día, que nos toca,
Nos toca en los sentimientos y en los sentidos. 


Hoy, el depredador, sigiloso y oscuro,
Ha enviado en lo secreto y en lo oculto
Un nuevo mandamiento a los hombres:
¡No tocarás! 

 

Ay del que toque, porque de hacerlo: Ay, que
de hacerlo le asaeteará la muerte, Negra,
Conduciendo su solitario cadáver al sepulcro. 


¡No tocarás a nadie! Ni batirás las manos
saludando a un amigo. 


¡No tocarás nada! Ni tenderás la
mano al mendigo. A nadie que toque
tu puerta, Abrirás. Aunque hubieses
dicho algún día, ¡Amigo, te quiero,
cuenta conmigo! 


Esta noche negra para este día, que nos toca,
Nos toca el alma, nos abre los sentidos. 


Ay, Dios. Porque aquí queden lázaros. De esos
que se levantan de los sepulcros, pido. 


Lázaros renacidos Abiertos
a dar abrigo. Abrazados a un
te quiero, Cercanos al
amigo. 


Reino de la desesperanza,
Del miedo, Del horror... de la
muerte, Te ha llegado la
hora, Ya te digo: Ha llegado
hoy la hora Del humano
desafío. 


ODA A LA PALABRA 


Cuando la muerte No dio
la tregua: Azotando feroz la
humildad De la esperanza, La
palabra, enhiesta, Se
despierta. 


En estos tiempos en que se ha decretado La
resistencia al abrazo, Nueva oda a la palabra. En
este día en que se ha promulgado El nuevo
mandamiento “No tocarás” o el olvido.
Arriesguemos nuestra voz. Y que sea la palabra
Del amor La que abra el sello Secreto del destino. 


DE LA PALABRA AL AMOR 


Hermano Lázaro: ¿no ha sido acaso la palabra La que
sanó las llagas del herido? Hermano Lázaro: ¿no ha
sido acaso la palabra La que irrumpió en el silencio del
olvido En aquel sepulcro, hermético, cerrado a un
gemido? ¿No ha sido acaso la emoción fecunda de una
lágrima La llave que conmovió el firmamento? ¿Acaso
no ha sido la palabra Intencionada del Maestro, Aquella
que quebrantó a la muerte, Quien venció por un verbo
divino? 


Lázaro, hermano, tomémonos de la emoción
Que nos causa vivirla. Lázaro, hermano,
enlaza tus manos conmigo. Cierra tus ojos y
abre las puertas de tu linaje. De esperanzas, de
fe. El milagro, pido. 


Invoca, por piedad, Conmigo:
Del cielo, el firmamento. De su
cetro, La divina voz Del gran
Maestro tuyo y mío. 


Lázaro, hermano mío y nuestro,
Abramos con la llave del amor La
puerta del sepulcro hundido. 


Invoquemos la palabra salvadora
Abramos la bóveda, te obligo.
Entonces responderá la libertad,
También saldrá la emoción, el amor
Y la esperanza como abrigo. 


Cual Lázaro, hermano mío, Para un
sepulcro abierto: Para este día que nos
toca, Dejémonos tocar el alma, los
sentidos. Y vayamos todos al
encuentro. Unidos. 


Cual Lázaro, hermano mío. Para un
sepulcro abierto: Libérate. Sal fuera de
las ataduras del egoísmo. Libérate. Sal
fuera de la sepultura del miedo.
Libérate. Sal del silencio, Hoy te pido. 


En esta noche negra para este día, que nos toca,
Toquémonos el alma, abramos la voz.
Despleguemos los sentidos. 


Abramos la voz a la vida.
La voz amable, De afecto
sincero. Bendecida. 


Abrámonos a los abrazos.
Cerremos las heridas.
Abrámonos a la piedad. A
un te quiero Y sin medidas. 


Esta palabra nueva para este día, que nos toca,
Hermano mío, un pasajero de la vida. Cuando ha
tocado enérgica En el alma, El sepulcro del
olvido: Acerquemos una luz A la memoria. 


Decretemos compasión A la esperanza.
Y sea el mandamiento del Amor El
camino a este destino que nos toca.

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