Manifiestos por la vida

[Voces para morir y nacer de un niño americano]
[Alejandra Leal Ladrón de Guevara]
Otoño-invierno de 2015
Inédito por ti, niño mío, patria y tierra

 

Manifiesto 1
[Compromiso con la vida]

Amigo, el sábado me comprometí con la vida.
Había invitado a unos amigos y a mis hijos;
Así, llegué hasta la plaza tomada de la mano del otoño,
El cual tejía tonos ocres en las hojas verdes de los árboles.
Lentamente se fueron acercando familias con sus bebés en los brazos
Y en los coches,
Los pequeños se iluminaban con la luz de la mañana.

Entre canciones,
Hubo exposiciones con alarmantes cifras
Derivadas por las lesiones físicas como psicológicas
Producto de la invasión por un aborto.

Entre la seda del viento y el sol,
Una pequeña
Con Síndrome de Down danzó llevada por la música,
Luego cantó un joven de voz talentosa y,
Ya cerca del mediodía uno de mis hijos estuvo a mi lado.
Recuerdo el detalle que al firmar por la vida agregó su apellido materno.
Entre lecturas y los saludos de varios conocidos,
Comparto el pensamiento de la madre Teresa de Calcuta.

Patria mía,
No quiero leer tu nombre
En la lista de los más pobres del mundo...
Porque entonces, la vida del niño no nacido
No valdrá nada.
En cambio,
Te quiero

Educando a los niños
Para romper el ciclo de las violaciones
Iniciado con el acoso de los violadores.
Pues, contigo,
Patria mía,
Quiero cuidar de la integridad de los pequeños y de todas las personas,
Mucho antes de pensar que una ley ahogue las voces
Y el derecho a bailar y cantar por la vida.

Terminando el evento de ese primer sábado de otoño,
Conversábamos.
La pequeña danzante pasó por mi lado diciendo:
'Ganamos mamá, ganamos'.
La madre había iluminado su rostro con una sonrisa
Y a mí,
A mí se me hizo un nudo en la garganta.
Ahora, pensé,
La ha mirado a los ojos con esperanza.
Mañana,
Mañana no sé.

Siento miedo, Patria mía,
Porque puedas estar en una nómina donde no haya niños
Que dignos canten de cara al sol y al viento,
Ni de otros que digan a sus madres
Que han ganado,
Por el derecho sublime de haber nacido…

Entonces,
Tampoco habrá una madre iluminada de esperanzas que responda:
¡En mi Patria y en el mundo hemos ganado todos,
Hija mía,
Porque en ti,
Sí…
En ti ganó la vida!

 

Manifiesto 2
[Voces anteriores]

Y recuerdo que le presentaban niños para que los tocase
Y en oración los bendijera.
Pero hubo quienes los rechazaron.
Atajaron el paso a los padres y con ello, a los niños.
Hubo quienes reprendieron a las madres por amar a sus hijos
Y, de cierto,
Les cerraron el paso.

Luego, las mujeres juntaron sus voces
Y clamaron
Al Dios de aquel que bendecía niños.
Del mismo que a su paso
Sanó a los cojos.
Dio vista a los ciegos,
Y a los mudos,
El habla.

Como hoy,
En otro día del calendario
Y en este siglo,
Si en nombre del amor sea reprendida tu simiente;
Y como insana e indigna sea llamada a la herencia de tu sangre.
Como hoy, por el amor a la perfección del hombre,
Sea reprendido tu cuerpo;
¡Clamaré contigo,
A nuestra Patria!

Así. Diremos:
Al viento
Para que mande por soplo,
La conciencia.
Clamaré contigo
Al fuego
Para que arda en respuesta
La reflexión.
Clamaré contigo
A la tierra
Para que sacuda la razón.
Y, al agua,
Para que bendiga con su voz
A los niños,
Limpie a los enfermos;
Haga hablar a los mudos,
A los ciegos ver,
A los sordos oír y,
En mi cuerpo y el tuyo,
Una semilla de verdad,
De vida, sea el camino hecho.

Porque si en nombre del amor,
Callaren la voz del que amares antes de conocer su sonrisa,
Antes de tocar su piel,
Sus cabellos suaves y en tu pecho, el diminuto cuerpo;
Clamaré por ti.

Y te juro, Patria mía,
Que hasta las piedras oirán mi voz.
Porque así reprendieron a los que amaban a sus hijos
Hasta que él lo supo.
Y recuerdo que se indignó y habló con precisas palabras
Por amor a ellos y a sí mismo,
Diciendo:
Qué es la dignidad de un hombre,
Si desconoce el origen de su propia simiente.
Qué es la piedad de un hombre si rechaza su carne,
Su cuerpo,
La sangre de su sangre amada.
Quién eres tú, quién soy yo…

Qué es el hombre si no manifiesta su amor,
Vive en su propio cuerpo:
La piedad, el bien, el perdón…

Así fue como el nazareno se indignó
Y con justas palabras, les hubo dicho:
Dejad a los niños vivir en mí, y no se lo impidáis.

Luego, los discípulos,
Quienes habían rechazado a los adultos y a las mujeres,
Bajaron la cabeza y les dejaron avanzar.

Entonces, recuerdo que los niños corrieron libres.
Como de otros, los más débiles,
De la mano o en los brazos de sus madres,
Iluminados por un sol de mediodía que reverdecía los valles
En ambos lados del Jordán,
Le vieron de cerca.

Luego él, mirando al cielo,
Sonrió.
Y, tomándolos en los brazos,
Poniendo las manos sobre ellos…
Sobre mí,
Nos bendijo a todos.

 

Manifiesto 3
[Voces dirigidas a la Patria]


Clamo a la Patria,
Que si en defensa del cuerpo sea reprendida tu simiente;
Y como insana e indigna sea llamada a la herencia de tu sangre.
Como así, por el amor a la pureza de la especie humana
Sea increpado tu cuerpo;
Clamaremos a la Patria.
A tu Patria,
A nuestra Patria,
El derecho a la defensa.


Como otrora,
Cuando la historia absolvió
Por la libertad,
El erguido decreto de tu vientre,
El grito de la Patria
Encendió una estrella
Y abrió de par en par las puertas
A la vida nuestra.

Madre mía, eres mi Patria.
Tan igual y tan distinta a otras regiones de mi América.

Cuando he mirado por la historia de los valles
El río Magdalena,
Y entre el Putumayo por las cercanas sierras norteñas
He congelado mi rostro con el hielo de tu tierra;
Oliendo las laderas espesas de luz y verde del Urubamba
Y desde Machu Picchu, me he conmovido con la historia
De los niños muertos de mi América.
Entonces,
He vuelto el rostro hacia Chile
Y me he regocijado
Viento la estrella inmaculada
De mi bandera chilena.

Ay, madre tierra,
Eres mi Patria;
Tan igual y tan distinta a otras naciones de mi América.

Así he ido, Patria mía,
Por las espesa geografía y por las correntadas de los ríos
Que atrapan las laderas de Centroamérica;
Bajando alada por los Andes a las cuencas de la Tierra;
Por donde aúlla el viento entre las nubes
Dejando las tierras húmedas y frescas.

Así, hoy te miro,
Hoy te canto
Desde el vientre
Y clamo con mi voz
Por los hijos
De mi tierra.

Ay, madre tierra,
Eres mi Patria;
Tan igual y tan distinta a otras naciones de mi América.
Como vez,
Hablo por los no nacidos,
Por aquellos que vendrán
A abrazar tierra chilena.
Y te digo, Patria mía,
Hoy sangra en mi voz,
Una herida abierta.

II
Madre mía,
Vientre fértil,
Eres mi Patria;
Tan igual y tan distinta a otras naciones de mi América.
Y hoy te juro, por el hilo de esa historia,
Que develará esta defensa
Que aunque hoy mi voz destile sangre,
Y la herida de mi corazón
Finalmente quede abierta:
Reclamaré a la historia de mi pueblo,
Vida por vida
En respuesta.

III
A los manantiales del sur,
Al desierto del norte,
A las montañas gélidas de los Andes:
Que no callarán a un niño,
Ni matarán los sueños de libertad
Del vientre que ha ganado la memoria
Con Manuel de Salas
Nuestra historia chilena.

Porque sí eres mi Patria.
Tan igual y tan distinta a otras naciones de América.
Por eso es que hoy
La memoria recuerda,
Andando por donde el viento se lleva hasta los pensamientos,
Allá, por las laderas de las montañas de la isla Más a Tierra
Por donde he encontrado entre sendas
Las huellas de tus quimeras.

Y, ahora, abandonando los pasos caminados en tierra seca,
Me acerco a ti,
Para recordar con la nitidez del alba
Alojada en la esencia de mi tierra:
A esa estrella mía, nuestra,
Flameando por dos siglos
Elevada en mi bandera.

Así, Patria mía,
Donde tus pies dejaron huellas de lo que haría esa estrella;
Hoy tiene nombre de memoria
La independencia chilena.

Madre mía, eres mi Patria.
Tan igual y tan distinta a otras naciones de América.

Pues, hoy te juro por el hilo de esa historia
Que develará esta defensa
De la memoria y por tu vientre
Patria mía, madre nuestra:
Tierra libre,
Tierra nuestra,
Que limpiaré con mi voz
El cuajo de sangre franjeado en mi bandera.

IV
En la memoria hay una herida,
Patria mía,
Bien recuerda.
Aún se tranzan voces ancestrales:
Por una muerte, tu vida.
Más muerte. No.
Por una vida muerta:
Pido más vida.

En fin, has sido libre, patria mía,
Si bien recuerdas.
Como recurso
Hoy yo juro en la defensa,
Que:
Cuando hubo sido promulgado desde la pluma
‘Todos los hijos nacidos de esclavos,
Desde el vientre, Patria mía, desde el vientre
Nacen a la libertad’;
La bandera ha flameado libre,
Renacida y enhiesta.

Así, repito para los que escuchan:
Donde la ignorancia fue la esclavitud,
Hoy la libertad es un derecho.
Donde la oscuridad fue el miedo,
Hoy, la luz es la verdad
De la gente de mi tierra,
De mi Patria,
En mi Chile
Y para América.

 

Manifiesto 4
[Voces mudas de infantes muertos]

Chile, fértil provincia
Y señalada,
Como nación pujante de las Américas;
Hoy eres el clamor tenue de un niño,
Desangrado entre tenazas,
Punzado
Y muerto.

Patria,
Territorio y herencia de mi cuerpo,
Eres y has sido
Vida y dignidad de los chilenos.
Despierta:
Levanta entre despojos, la palabra
Que alimenta la conciencia
De mi pueblo.

Chile, fértil,
Provincia y señalada
Por un niño muerto,
Que te mira desde el vientre
De la tierra,
De los sueños y quimeras
De mi Chile y pueblo.

Que hoy,
Cae gota a gota y a pedazos
Sin voz,
Sin clamor,
Sin dignidad de ser chileno.

Porque no se desangre otro niño americano,
Chile mío.
Para que no muera la estrella de mi bandera:
Remeced la conciencia
De las mujeres,
De los señores
De la corte:
Traed contigo a otros niños;
Arrastradlos,
Traedlos.
Mostrarles a pedazos
A esos pequeños muertos.
¡Venid, venid,
Y mostraros también vosotros
Desde otras provincias de América!
Presentaos
Ante los reyes;
Ante las cámaras
De los hombres fuertes
De la corte
De mi tierra:
Miradlos a la cara
Y, luego,
Mostradles vuestros cuerpos
Profanados,
Vuestras heridas,
Cual cuerpos
Raídos
Por ratas
Hambrientas.

Qué decirte.
Que clamo con voz quebrada
Hoy al alma de mi bandera.

Madre mía,
Que van cayendo a pedazos
Un brazo,
Una pierna
Ensangrentada;
Un vientre,
Un ombligo,
Triturados:
Cuajos de mi sangre
Y de mi tierra…

Chile, fértil provincia
Y señalada,
Como nación pujante de las Américas.
Hoy eres el clamor de un niño
Muerto,
Anclado en mi bandera chilena.

 

Manifiesto 5
[Clamor al alma de mi bandera]

Estrella
Dormida,
En mi pecho arrebujada;
Me hiere tu cuerpo frío,
Traspasado,
Punzado
Y muerto.

Ay, niño mío,
Cuando has sido la estrella chilena;
Desde el cielo azul
Tú la miras,
Tú, el alma de mi bandera.

Ojos muertos de mi tierra;
En mi patria no te quieren
Niño mío,
Muere en el cielo,
Muy lejos:
Duerme en la estrella.

 

Manifiesto 6
[Voces para pensar en la corte de los poderosos]

De la corte a los señores
Hoy he pedido hacer un alto:
Para beber hay buen vino,
Para comer está el pan.

Un bocado remojado fue la señal de la muerte
Que untó de codicia los labios;
Fue la venta
Y en el comercio de la vida
La traición tuvo su pago.

Ni con los hilos de la sangre
De un niño se ha hecho en mi tierra el néctar
Procurado por el apetito voraz,
Ni del ombligo triturado de un no nacido
Se han hecho adornos
Las doncellas de la corte
Ni en tiempos de los luises ni de otros reyes del pasado.

Sí adornos para el cabello
Se han visto por estos lados.
También,
Aquí se han coronado a las niñas
Con flores de jacarandá
Se han adornado los brazos
Con brazaletes de paño,
Y las manos
Han quedado libres a la vida con las palmas abiertas
A las mariposas y a los claros.
Y, por vestiduras de lanas y de hilos
Se han cubierto el dorso
Del tono kaqchí de los pájaros.
Y se han sacado de las entrañas de la tierra
Los colores del sol,
De los ríos caudalosos y de los días sosegados.
De las tempestades, se ha requerido el matiz del agua
Para los bordones,
De los volcanes, la piedra para el calzado;
La sonrisa, la han pedido del maíz
Y la palabra, ha sido tomada
De las voces de un centenar de niños juguetones.
La risa, del crepitar del fuego,
Y por canto:
Han escogido el silencio del firmamento
De una noche
Iluminada por los astros.

 

Manifiesto 7
[Invitación a la hermandad]

Ahora,
Amigo americano,
Mi memoria te invita,
A amar
El pabellón patrio.

Míralo, es un niño inquieto,
Por el patio correteando.
Es mi niño que no ha muerto,
La esperanza y el encanto.

Hoy la memoria te insta,
A amar de la patria,
Sol, lluvia, tierra, viento,
Cumbre y llano.

Ven a nacer conmigo,
Hermano tierra,
Como nace un niño americano.

Para un arrullo va el viento.
Para abrazarte,
Mi abrazo.

Este niño de mi patria
Es como tantos:
Suave al hablar,
Lindo de talle, juguetón,
De besos cálidos.

Este niño de mi patria
Sí. Es como tantos,
Viene sin brazos.
Viaja cantando los tiempos
De la lluvia, de la tierra ancestral
Y de mis llanos.

Hinchado el corazón,
Lleva en el pecho
Una bandera por manto.

La madre,
Lo mira, mira,
La madre lo está mirando:
¡Soy O’Higgins,
Madre mía!
Sigue jugando.

El niño agarra un corcel.
Trepa una escoba y da saltos.
Recuerda que nació libre:
Juega cantando.

Sueña con la libertad,
Sueña el niño americano;
Sueña que te sueño hoy,
Sueña soñando.

Despierto y el pecho altivo,
Niño sin brazos:
En Maipú grita ¡Victoria!
El sueño de José y Bernardo.

La madre mira a su niño,
Niño sin brazos.
Entre cenefas, lo mira,
Lo sigue amando.

Ven a nacer conmigo,
Niño;
Nace niño americano,
Nace naciendo
En mis brazos.
Él se corona de risas.
Ella,
Por toda esperanza,
Un abrazo.

 

Manifiesto 8
[Voces perdidas en la sombra]

Hoy debió nacer un niño,
Fechado en el calendario.
Sin memoria por recuerdo,
Entre paños lo han dejado,

Hoy debió nacer un niño,
Niño entre paños.
Nacer naciendo
A una estrella
De leche y llanto.

Repite
Una madre triste
‘No correrá por los campos;
No besaré sus manitos,
Ni amamantaré en mi regazo’

Hoy debió nacer mi niño,
Mi niño,
De arrullo y canto.
Sin guía y por consejo
De amigas y de padrastro.

Sueña la madre dormida,
Despierta con sobresaltos;
Hoy he visto un niño muerto,
Un niño pálido.
Míralo muy cerca está, a
Ahí,
Me está mirando.

Hoy debió nacer mi niño,
Fechado en el calendario.
Entre paños se me ha ido,
Envuelto y ensangrentado.

Muere muriendo
Una estrella;
Muere la vida en tus brazos.
Para morir está la muerte,
De leche negra,
Muda,
Ahogada en llanto.

Recuerda
Una madre triste
‘No correrá por los campos;
No besaré sus manitos,
Ni amamantaré en mi regazo’

 

Manifiesto 9
[Voces que nacen]

Ven a nacer conmigo,
Niño;
Ven a nacer
Muy temprano.
Nace naciendo
A la vida;
A mi arrullo y a mi canto.

Sueño a mi niño corriendo,
Caminando por los campos;
Viajando por los tiempos
De la lluvia,
Por la tierra seca
Y pisando el pasto.

Nacerá conmigo
Un niño,
Nacerá el pastor del rebaño,
Un niño americano viene
Por los valles nacientes y del sol,
Cantando.

Viene del vientre,
Fertilidad de los campos.
Del centro del volcán
De fuego,
De Agua,
Del centro de mi pueblo
Americano.

Tierra mía y vida,
Más acá se escucha el canto
Por donde el sol nace a levante,
Orillando las naciones pacíficas
Y por el cordón cordillerano
De América iluminada
De las voces ancestrales.

Es mi niño que no ha muerto
Es mi ilusión y mi encanto.
Ven a nacer conmigo,
Niño mío;
Nace naciendo
En mi canto.

Nace conmigo,
Mi niño.
Llega un pastor al rebaño.
Un niño americano viene
Por los valles nacientes del sol,
Caminando.

 

Manifiesto 10
[Voces para abrir un nuevo canto]

Patria mía y nuestra,
Para que no muera la esperanza,
Vida por vida en promesa.
Vida de la madre tierra:
Aquí, todos los niños de Chile y de América,
Por la vida tuya y nuestra,
Quitarán con sus propias manos
El astro de la bandera.
Y, arrebujarán contra el pecho
En blancos paños de seda
Todos los sueños de Chile,
Y todos los niños de América.

Y juntos,
Viajaremos por los campos,
Subiremos hasta los firmamentos de los cielos
Montados en la esperanza
De la estrella patria nuestra.
Bajaremos por la luz de los confines de la tierra,
Y cantando cara al sol,
Cultivaremos sonrisas
Para una madre que espera.

Así es, patria nuestra.
Amamantaremos a los niños
Con un sol americano
De memoria, patria y tierra.
Serán libres, madre mía,
Madre nuestra.
Todo niño americano
Mimado por las estrellas,
Viajarán por la luz
Entre lluvia, viento y tierra.
Bajarán por tempestades,
Erupciones volcánicas,
Montañas nevadas
Y cercanas sierras.
Y de la tierra,
Sacarán un tesoro:
La vida. Tuya, mía,
Nuestra;
Viviendo vida por vida,
Sobre las cumbres de América.

 

 

 

 

 

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