El Lamento De Los Cercos En Los Cantos De Los Altos De Huenao

Desde un tiempo a esta parte, digamos con mayor precisión, desde la fundación del taller literario Aumen (1975), la poesía escrita en Chiloé, asume una forma contemporánea de enfrentar lo que hoy entendemos como comunicación o discurso poético. Con ello no se ha querido más que enfatizar en el hecho de que los autores asumen de manera informada no sólo el oficio de escribir, sino que también de los temas a que hacen referencia en lo que escriben, lo que ha dado por resultado un desplazamiento del intimismo hacia zonas poéticas que tienen que ver más con la sociedad, la historia, o la identidad cultural. Estas y otras razones –que es imposible y no corresponde extender en este espacio- son las que han permitido que críticos literarios o estudiosos de la literatura como Iván Carrasco, hayan denominado a este tipo de poesía como poesía etnocultural, concepto que permite distinguir, no sólo a cierta poesía que se escribe en Chiloé, sino que también a la que se reconoce como poesía mapuche, conceptualización que por lo demás ha permitido diferenciar a este tipo de poesía de la denominada lárica, que como se sabe, fue un concepto que Jorge Teillier usó para definir su propia poesía, y que la comodidad de la crítica literaria centralista aplicó a toda la poesía del sur de Chile. Podríamos decir entonces que la crítica ha desalambrado cercos para imponer otros, y tal como sabemos, el trabajo de poner cercos, conforma a algunos y deja lamentándose a otros.

La autora de este libro,Olga Cárdenas, participó en el Taller Literario Aumen entre los años 1983 y 1984. Su poesía, por tanto, no es ajena, a los rasgos o cercos teóricos literarios que hemos delineado. Su poesía también se ha nutrido de las preocupaciones que han tenido como objeto poético a un sur de Chile multicultural y diverso, así como lo han hecho otros autores del taller: José Teiguel (La Heredad del Pasto y el agua), interviene el discurso del poblamiento de la zona de Llanquihue, Víctor Hugo Cárdenas (Treca, Treca Peñi), la problemática de los huilliches de San Juan de la Costa, pero principalmente Chiloé en sus distintas dimensionesha sido una preocupación permanente para autores del taller como el ya citado Cárdenas, Sergio Mansilla, Sonia Caicheo, Nelson Torres, Mario García, que de una u otra forma han visibilizado el rostro indígena de Chiloé, especialmente Miriam Torres Millán, con su poco conocido poemario “Nguillatun para los días por venir”. Con todos estos autores, Olga, comparte espacios temáticos y formales, pero al igual que los demás, en estos Cantos de los Altos de Huenao, se distingue con su propia voz, a través de este libro.

En estos textos, Olga Cárdenas, instala una situación comunicativa poética compleja desde la misma denominación de Cantos a textos escritos.Como sabemos, un canto exige el protagonismo del oído, por sobre el sentido de la vista, y-como ya se ha destacado en las ciencias humanas- la audición del mundo permite un contacto con el ser interior de las cosas y las persona, la vista –se ha dicho- aleja y se queda en la superficie de lo que se observa. La paradoja de estos textos, es que son escritos, y sólo es por la acción del discurso poético, que exige una actitud cooperativa y solidaria, es por lo que podemos leer/escuchar estos cantos que en los Altos de Huenao (sector rural de la isla de Quinchao), que la autora ha escuchado y/o que allí se escuchan, y que Olga, nos presenta para que leamos y re-creemos como cantos.

La estructura textual se divide en tres zonas de acción comunicativa, en los que se lee/escucha cada uno de los tres cantos que lo componen: Canto Primero, eternamente correremos la flecha.., Canto Segundo, soy cría del mestizaje obligado., y Canto Tercero, sexta generación.,aparentemente independientes, ya que se encuentran separados textualmente, cerrados y cercados por los nombres y subtítulos, a modo de epígrafe que los identifican. Sin embargo, en el desarrollo del texto, cada una de las tres zonas textuales expresa, anuncia, proyecta y retrotrae a las anteriores, comunican él y los espacios humanos y temporales, que tampoco son estables ni diferenciados. Esta forma constructiva permite hacer visibles y vivos a cada uno de los enunciantes, la interacción de discursos y espacios en los que se rompen los cercos del tiempo o los que separan la vida o la muerte, ante el lector viven para hacer testimoniar su versión de la historia y del presente, surgir desde el olvido.

Las tres secciones del libro adquieren unidad y sentido, se imbrican y colaboran en construir un solo canto, cuyo propósito es expresar/escuchar las voces de la memoria identitaria, la voz que surge del mestizaje cultural y biológico, así lo expresa el hablante vivo e inmanente que vertebra estos textos: “soy cría del mestizaje obligado/ por las noches me habitan lenguas”. Los citados versos además nos dan cuenta y justifican el carácter polifónico de la construcción textual poética, por ello a veces el canto surge desde la ausencia, otras desde la voz silenciada de sus transformaciones: las cortezas que tiñen nuestras mantas/ nunca han hablado de ese pasado. Son(...)Seres olvidados e invisibles, que se presentan y hacen uso del discurso apelando a la memoria identitaria oral, surgen desde la negación o desde la inmanencia de los objetos, otras, como voz de un colectivo que denuncia: deseaban nuestras mujeres/ y por defenderlas/ nos mataron.

A través de la reconstrucción polifónica de la memoria, la autora se enfrenta al discurso de la historia y de la construcción de sí misma:

…el habla transparente de los vidrios

me repite

como lo hiciera alguna vez mi madre:

- aquí no viven indios,

ellos están en otra parte.

La negación es impotente frente a un mestizaje que se visibiliza en todos los niveles o dimensiones de la realidad, no se puede creer porque la relación intercultural se constata en los espacios y símbolos de la cotidianidad, en lo material e intangible, en la autopercepción individual, comunitaria y genérica, una visión y cosmovisión de la trascendencia individual, colectiva, genérica, también mestiza, híbrida, señala: “Las sirenas traídas del viejo continente/ se unen al pasacalle/ y a las cholgas ahumadas.” Estos Cantos de Olga, rompen una visión ingenua y casi idílica que presentan ciertos discursos conciliadores, literarios y no literarios, respecto al llamado encuentro de dos culturas. El discurso poético de estos cantos es expresión del cruce insatisfactorio de dos formas de ser y habitar el mundo, cosmovisiones en conflicto, sin reconciliarse aún.

Me parece relevante destacar que la complejidad del libro que antecedo tiene que ver con su construcción poética, por un lado, pero también con la configuración de un sujeto emisor en un proceso cognitivo/afectivo de reconstrucción de sí mismo, en el que el texto, de esta forma se constituye en expresión de una autoconciencia que expone la intrincada trama de una memoria identitaria que se manifiesta a sí misma y obliga, tal vez por una necesidad catártica, a que el emisor exprese la complejidad de un proceso de autoreconocimiento del ser mestizo, a sabiendas de lo que esto significa: asumir la fragmentación y la dualidad, la semejanza y su diferencia, la culpabilidad y la inocencia, la inter y transculturalidad. En síntesis, el emisor esuna especie de interconciencia que (se) da cuenta de su unidad, alteridady fragmentación, enel violento mestizaje que lo constituye, en su dramática realidad que es historia de un colectivo, pero también es historia individual, personal:

Pero va tu asesino conmigo,

está en mi piel y en mis ojos y en mis sueños.

Está en el pie que te persiguió

y en mi descendencia.

Y convive contigo

En el río de mi sangre.

Porque estos cantos de los Altos de Huenao, hacen referencia concreta a la matanza de un poblado indígena en Huenao, realizado por los conquistadores españoles para sofocar y aniquilar la resistencia indígena en el contexto de la concertación y sublevación en contra de la explotación, cansados de los tormentosos tratos recibidos, especialmente del encomendero José de Andrade y a cincuenta y seis años del último intento de rebelión. Los williche, el 26 de enero de 1712 acordaron correr la flecha de guerra y levantarse el diez de febrero del mismo año, aprovechando que muchas comunidades se encontraban reunidas en Quilquico para el juego del ” Linao”. Señala la investigación de Olga, que el día 12 de febrero llegó a Huenao Don Alonso López de Gamboa con cuarenta hombres para enfrentar a los williche. Tomó cien prisioneros a quienes ejecutó de inmediato. La escasa información acerca de este suceso nos dice que los hombres al mando de Don Juan de Aguilar y de Diego Téllez de Barrientos habrían dado muerte a más de sesenta rebelados “a la vuelta de Huenao”, “la punta de Huenao”, fue el punto de conexión entre la isla de Quinchao y la Isla grande de Chiloé hasta 1978, año en que los balseos fueron suprimidos definitivamente. Recuerda Olga Cárdenas: “Alguna vez escuché de alguno de mis vecinos (cuando era chica) que un poco más arriba de mi casa se oían galopes de caballos en medio del monte que los antiguos decían que eran españoles persiguiendo indios,esto lo oí una o dos veces nada más,igual me daba miedo pasar por ahí en las noches…al mando de la matanza fue un hijo del gobernador Gallardo quién se quedó en huenao y que sería el tatarabuelo del abuelo de mi tatarabuelo.

Entonces, por Olga Cárdenas, desde los Altos de Huenao, no sólo seremos testigos del mar, los cercos que florecen, a pesar de los alambres, sino que también escuchamos un silencio que canta, porque

…en lo profundo del bosque

duerme el peso de los ojos de nadie

Y hay quienes después de tanto tiempo

aún no entienden el lamento de los cercos ...

y otras tantas cosas.

Mario García Álvarez

En Rauco, Chiloé, a 26 de Septiembre de 2011

+56 994147519

contacto@editorialokeldan.cl

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